De pequeña me gustaba seguir las huellas que la gente iba dejando en la arena. Encajaba el pie casi con desesperación antes de que la siguiente fuera borrada o que perdiera el rastro que iba a marcar mi destino. Pisando huellas de otros, me adjudicaba sus destinos que no se por qué suerte de inocencia infantil siempre imaginaba mejor que el mío propio. Hoy la arena recién peinada está surcada por huellas de gaviotas. Si las hubiese seguido...
©Guada
Pocas palabras para expresar muchas cosas.
ResponderEliminarUn beso, Guadalupe
Gracias, Malena...un beso y un abrazo.
ResponderEliminar