Entre sueños he
recordado el eco de aquellas caracolas gigantes que tenía de niña. Me las había
traído mi madre de algún país exótico. Eran rugosas por fuera y de una suavidad
extrema y nacarada en su interior. Nunca me atreví a meter la mano dentro,
temiendo que algún ser abisal siguiese viviendo en su interior. Aun así, no temía
acercarlas a mi oído. Me deleitaba con aquel sonido que guardaban desde hacía siglos:
de mar embravecido, de olas y rompientes, de zarandeos impetuosos, de arrastre de mareas, de cantos de sirena...
Qué bonito Guada, entrañable y muy tierno.
ResponderEliminarUna caracola enorme, que aún conservo, ha formado parte también de mi infancia. Un día que nos veamos te contaré la historia.
Un besote enorme, y feliz año para todos!!!
¡Hola Malena!!!!!!!!!!
ResponderEliminarquiero conocer esa historia!
Un beso muy grande y feliz año!!!!!!!!!!!!!!!!!!!