Sigo buscándolo. Creo que es lo único que sigo buscando y que aún guardo la esperanza de encontrar algún día. Un libro. Se llama "Corazón". Acababa de cumplir ocho años y hacía sólo unos días que había hecho la Primera Comunión. Una Primera Comunión como las de antes, con mis compañeras de clase, vestida con una hábito, todas iguales sin que se notase a simple vista quién tenía más o menos, no como ahora que cada Comunión se convierte en un alarde de gastos: quién escoge el restaurante más lujoso, quién lleva el traje "de novia" - porque parecen de novias, no de niñas de nueve años, más caro y espectacular- quién tiene más invitados...Y todo ello unido la mafia religiosa que no deja que saques fotos ya que han otorgado la exclusiva a cambio de un "sobre-donativo"...En la mía jugué al escondite en el salón, bebí clíper y anoté, entre los nuevos propósitos, en mi libro de comunión : comer bien.
Su nombre empezaba por A. Era la vecina del 5-1, la puerta justo de al lado. La veía muy poco. La recuerdo sonriente, con el pelo corto, morena...pero nada más. Tampoco recuerdo los cotilleos que posiblemente se produjesen en la cocina de mi casa. Seguro que entre todos los vecinos de aquel edificio de treinta y seis puertas ya le habían inventado una vida. Unos días después de mi comunión tocó al timbre...¡Lupita!- gritó mi abuela. Salí corriendo pensando que me iba a encontrar a mi amiga Natalia, pero allí sólo estaba A con un libro entre las manos. Era grande, grueso, con las tapas duras y el dibujo de la cara de un niño con el pelo rizado negro y en letras muy grandes el título: Corazón. Me lo había dedicado: "Con cariño a Lupita...A". Mi afán por la lectura no había empezado todavía. Creo que comenzó un año después; por eso el libro tuvo que esperar. Y esperó. Viajó conmigo a Tenerife. Allí descubrí sus dibujos a carboncillo que copié hasta la saciedad utilizando la cuadrícula que dibujaba encima, a lápiz, muy flojito. Y más tarde sus letras que formaban cuentos y cartas: El pequeño patriota Paduano, El pequeño vigía lombardo, Sangre Romañola, Valor Cívico...Títulos que sin duda debían asustar a un lector principiante de apenas nueve años pero que, una vez superado ese miedo, te hacían desear seguir leyendo, más y más... Leí el libro muchas veces. Pedí más libros. Descubrí a Los Cinco, a Puck, a Esther, a Sandokán, a Tom Sawyer, a Hukleberry Finn, a Bastian, a Momo...
Volvíamos del colegio. Entré en el ascensor y toqué el botón del quinto. Mi hermana y yo nos reíamos. Alguna aventura graciosa del colegio. Mamarora esperaba con la puerta abierta. Hubiésemos entrado sin más y sin darnos cuenta de la cinta amarilla que sellaba la puerta de al lado, del revoloteo que había en las escaleras, de las puertas que se abrían y cerraban, de los murmullos que subían por la escalera buscando cualquier oído dispuesto a escuchar, a especular, a inventar...pero Mamarora miró y yo miré. No pregunté. Entre susurros y susurros, palabras sueltas: era muy rara...novia...novio...familia...suicidio...que no se enteren las niñas...
No volví a ver a A. Y perdí a Corazón. De Tenerife fue a Oviedo y de allí a Lanzarote. Y de ahí a alguna biblioteca o colección privada. Me esperó una vez; por eso sé que aún lo sigue haciendo.
Estimada Guadalupe:
ResponderEliminarBuenas noches.
Me llamo Yuko, una japonesa que reside en LPA. Como su amiga Noemi me ha recomendado este blog, he visitado. Me gustan sus frases que son muy agradables de leer. Sobre todo me han encantado aquellas anécdotas de MAMI, qué simpática!
Seguiré visitando.
Un saludo,
Yuko Shinkawa
Hola Yuko!!!!!!me alegro de verte por aqui!!! Noe ya me había hablado de ti, encantada de conocerte. Le pediré a Noe tu teléfono para conocernos en persona. Me hará muchísima ilusión!!!!
EliminarHola, Guadalupe!
ResponderEliminarGracias por contestarme. A travez de mi marido, le entregaré mi numero a Noemi.
Que tengas feliz entrada de la semana!
Yuko