Perdía casi todas las palabras. Caían de su bolsillo como caen las monedas; pero en silencio. Iba dejando un rastro de tinta a su paso, como Hansel para poder regresar a casa cuando retrocedía recogiéndolas y guardándolas otra vez en el bolsillo. Llegó antes de tiempo. No lo esperaba tan pronto, sobre todo porque aun tenía tanto que decir…Vino sin avisar, como vienen todas las cosas malas; tampoco las buenas avisan, pero éstas, cuando llegan, son tan deseadas que parece que llevan avisando desde hacía siglos.
Aquella mañana se levantó con la misma creatividad desbordada que ya en sueños poblaba su mente de versos, personajes y bellas palabras que anotaba en algún lugar de la memoria para plasmarlas después, fuera como fuera, en medio de un relato, de un aforismo o de un poema: añoranza, melancolía, abisal, zureo…
El papel en blanco le esperaba. Cogió la pluma, levantó la vista y quiso ponerle nombre al sol.
Para todos aquellos que han comenzado a olvidar...
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