lunes, 10 de diciembre de 2012

AROMA de una Tarde


Me he levantado temprano, pero las sábanas hoy no han intentado retenerme, sabían que no tenían nada que hacer. Todavía tenía el gusto en mi boca del arroz blanco con frijoles y la carnita especiada que comí ayer a pesar de que, la noche en forma de sueño y horas, me había intentado alejar de esa tarde y de ese sabor. Llegué con hambre, “hambre” de la que se habló y mucho. Mi hambre fue saciada con ese plato que expedía aromas de más allá del océano, pero esa otra “hambre”, la de estómagos vacíos, la de cumpleaños con refrescos inventados, la de guateques con agua y hielo, la de bolsos forrados de plástico aguardando albergar manjares, la de voces en el patio anunciando números altos de cartillas de racionamiento, la de colas interminables que privaban al poeta de sus versos, la de mañanas con preguntas culinarias sin respuesta, la de pelo con aroma a rosas, la de  compartir un huevo dando la parte más grande a quien más querías, la de cafés de mentira que lograban engañar al cuerpo…Esa otra “hambre” quedará siempre detrás de  esas palabras que, al escucharlas de su voz tan dulce, de su alma de emigrante obligada, me hicieron mirar al mar…“ahora, veinte años después, me hubiese gustado dedicar una mirada más detenida a lo que dejaba atrás…”

  
© GUADA 
 A Manuel, a Claudia y a Belkys

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