sábado, 15 de diciembre de 2012

EMAIL desde Tokio


Ha pasado más de un año desde el terrible terremoto y tsunami que azotó Japón. Aquellos días fueron terribles y de gran tristeza. Las imágenes que llegaban partían el corazón y mi preocupación por los seres queridos...bueno, por todos, todos los japoneses...Hoy quiero compartir un email que recibí desde Tokio de mi querido amigo Alberto, en el que cuenta su experiencia personal en los minutos que siguieron al primer temblor y el despertar a la mañana siguiente.
   
Queridita Guada,

Muchas gracias por tu llamada. Como te dije, te envío un resumen, contando lo que me ha ocurrido, que ha sido poco y nada grave:
Estoy bien, me pilló en el norte de la ciudad, en el barrio donde viven y entrenan los luchadores de sumo, con los que confraternicé en un parking donde nos refugiamos, en los momentos siguientes al terremoto. Depués del shock, el mareo que da el sube y baja del terremoto, e intercambiarme el teléfono con algunos de los gorditos mas simpáticos, decidí volver andando a casa, eran solo unas dos horas,pero milagrosamente, entre la multitud que andaba, encontré a una de mis mejores amigas. Me convenció de estar juntos, e ir a su casa, mucho más lejos que la mía, y en dirección contraria.
Intentamos subir a alguno de los muchos autobuses, que habían puesto especiales en las estaciones, pero al ver las colas de viejitos, embarazadas, con niños, etc, decidimos intentarlo más adelante, pero en cada estación era siempre igual, miles de personas mucho peor que nosotros haciendo colas para subir, así que con la esperanza de subir a un autobús, un taxi, o un coche con asientos libres, seguimos caminando, en total nueve horas. Ese día además estrenaba zapatos nuevos!!!
Hicimos dos paradas cortas en Mc Donalds, que eran los únicos restaurantes que no habían agotado existencias. Fueron paradas cortas porque la tierra seguía temblando, y tampoco era plan de arriesgarnos por algo de descanso y una hamburguesa.
Cruzamos tres grandes ríos, el último hacia las 24.00, a oscuras y en medio de un embotellamiento, pues debíamos ir de dos en dos y a paso de tortuga. Hacia la mitad del puente, y sobre las heladas aguas, tuvimos una nueva gran sacudida, que puso a prueba nuestro cansados músculos, esfínteres y vejigas. Pero esto es lo peor que pudo pasar a los que estábamos en Tokio.
Llegamos cerca de la 1.00, y dormí como un lirón, aunque aquello seguía moviéndose levemente cada media hora.
El sábado me levanté con una AGUJETA que recorría mi cuerpo de norte a sur, y hoy domingo continúa doliendo con más saña todavía. El sábado, cuando el tráfico de trenes se normalizó, regresé a mi casa, se habían caído los libros y las estanterías de comida, así que he aprovechado para limpiar y hacer cambios. El gato estaba en la terraza, pues las ventanas se habías abierto. La caldera del gas se ha desconectado, y aunque dicen que es solo tocar unos botoncitos, esperaré el lunes a un profesional, que he agotado mi cota de sustos en estos días.
Hoy vuelvo a tener gas, y he salido a comprar. En mi supermercado no quedaba pan, cereales o arroz, ni leche o yogures, ni carne, sí algo de pescado, y mucha fruta o verdura. He querido comprarme dos bollos, pero los tienen racionados!! Uno por persona, entre eso y la caminata que buen tipo se me queda. He comparado algas, que tienen mucho yodo, que bloquea la absorción de...lo nuclear, que tampoco me quita el sueño, hay que cerrar las ventanas y ponerse impermeable. Mañana me voy a comprar un casco, espero que haya.
Y así han sido estos días para mí, seguimos en contacto.

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