Hoy el día ha amanecido lluvioso. He tenido que esperar la guagua de Yui media hora más de lo normal. A pesar de nuestros bonitos paraguas de Kitty, nos mojamos como si hubiésemos ido caminando dentro de una piscina, eso sí, con paraguas. De vuelta a casa iba disfrutando de la lluvia, oliéndola, sintiéndola, exultante de felicidad, diciéndome que estos días lluviosos también son maravillosos, que son un regalo más de la naturaleza... Hasta que llegué a Farray y vi a los habituales del banco de la plaza intentando guarecerse de la lluvia como podían en un soportal, aferrados a la bolsa que a modo de chubasquero improvisado protege el cartón de su desayuno ...Y entonces mi alegría pluvial se convirtió en tristeza borrascosa, y fui consciente de que lo que en mí son gotas de rocío, para ellos, no son más que torrentes de desamparo.
© GUADA
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Para Noe.
Impactante manera de narrar una de las caras del desarraigo.
ResponderEliminarGuadalupe, un placer leerte y por aqui cerquita me quedo para no perderte de vista.
Un abrazo
¡Gracias Pilar! qué ilusión verte por aquí. Muchísimas gracias. ¡Nos seguiremos la pista!!!! Y gracias por tus valioso consejos.
EliminarUn abrazo muy fuerte.