jueves, 13 de diciembre de 2012

SENTADA al Borde de una ISLA

Hay veces que crees que no tienes nada que escribir. No sé ni cuántas veces me ha pasado ya desde el comienzo de mi andadura literaria, y es increíble cómo, de momento, las palabras siguen saliendo. Pero el miedo sigue ahí cada mañana. Ayer alguien me recordó uno de los libros más bonitos de mi adolescencia, a pesar de que fue de esos elegidos por el profesor de Literatura como obligatorio, "Rimas y leyendas", de Gustavo Adolfo Bécquer. Al final de las rimas o de las leyendas, tendré que comprobarlo luego, decía algo así: no voy a tener tiempo para vestir de palabras todo lo que quiero decir. Hoy por hoy yo creo que sí voy a tener tiempo, pero me encantaría poder decir lo mismo que él. Así que, en busca de esas palabras, he venido a la orilla del mar. Hoy el paisaje parece casi irreal. O tan real que nubla los sentidos: gusto a salitre, tacto a humedad, olor a mar y café, sonido a orilla y vista al gran azul. Estoy sentada al borde de una isla, tan al borde que puedo ver la otra, la de enfrente, y emergiendo entre las nubes y la calima, el Teide. ¡Dios! ¡Qué afortunada me siento viviendo aquí! Hay lugares que logran que los tiempos convulsos que vivimos parezcan más amables. Las caras que veo por aquí no parecen tan tristes, escucho hasta risas, propósitos para el nuevo año que se acerca, cierta mofa por la cercanía del fin del mundo tan anunciado, un martillo eléctrico que anuncia que alguien está trabajando, miradas de amor a los ojos de otro o al mar ( espero que no me llegue el humo de los de la mesa de al lado y me fastidie este momento), una compañera del taller de escritura que tiene nombre de diosa griega y que veo todas las mañanas paseando su amor de la mano, dos amigas que se animan la una a la otra a no dejar sus paseos ni en Navidad ni en Reyes, y las olas, cada vez más alteradas, bailando con la orilla, jugando al "que te pillo" con los que osadamente corren tan cerca de ellas, desafiándolas...y sonrío. Las palabras han salido, no era lo que en un principio iba a escribir pero "esa" será otra historia...

5 comentarios:

  1. Cuando, por azares de la vida, se ha vivido en otro país,en otro lugar, se aprecia todo mucho más al regresar; le doy gracias a la vida por mis experiencias en el extranjero, pero aun más por haber podido volver y disfrutar de cosas que antes pasaba por alto...de pequenos detalles que ahora me aportan tanto y me llenan de felicidad. Gracias Guada por recordarme, con este relato, lo afortunada que soy.

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    1. Ruth...nadie nos puede quitar las experiencias en el extranjero, además cómo las vivimos nosotras, que nos convertimos casi en una más del lugar, y no lo olvidaremos nunca y nos ha enriquecido como personas...pero siempre se vuelve, o eso es lo que hay que intentar....quizá, no sabemos si tendremos que irnos otra vez algún día, pero sabiendo que volveremos otra vez a esta Isla y a este mar que nos hace tan afortunadas.
      Un beso!!!!

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  2. Siempre sale tu ternura y tu sensibilidad en todos tus relatos, Guada.

    Yo también doy gracias al cielo por vivir donde vivo, porque, como bien dicen, es un continente en miniatura que nos regala muchas cosas: mar, montaña, bosque, playa, sol, lluvia...

    Aprovecho para desearte mucha Paz, mucha Luz, y mucho Bienestar en esta Navidades.

    Un besote enorme!!!

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